La vergüenza se relaciona con sentirse expuesto y encontrarse carente de valía. Implica sentirse inferior a los ojos de otros. Está íntimamente relacionada al miedo a la evaluación negativa de los demás.
Sentimos vergüenza cuando perdemos el control, cuando nos sentimos expuestos en exceso o cuando sentimos que otras personas nos consideran sin valor o poco dignos. También puede aparecer cuando nos abrimos emocionalmente a otra persona y no recibimos el apoyo esperado o cuando, estando en grupo, nos sentimos ignorados. La sensación física que sentimos en ese momento es de como si nos encogiéramos y quisiéramos desaparecer.
En su forma adaptativa nos sirve para corregir acciones o conductas si consideramos que hemos transgredido nuestros estándares y valores personales y a la vez que protege nuestra privacidad, nos mantiene conectados con la comunidad.
La vergüenza apropiada nos informa de que estamos demasiado expuestos y las otras personas no van a apoyar nuestras acciones, que hemos roto una norma social muy básica o bien que hemos violado estándares y valores que reconocemos como muy importantes.
Hay una forma de vergüenza que se ha interiorizado y que aparece constantemente como una forma de sentirse humillado, indigno y despreciable.
Nos informa de que estamos demasiado expuestos y las otras personas no van a apoyar nuestras acciones
A veces este sentimiento de fondo no nos lo admitimos a nosotros mismos y lo encubrimos, por ejemplo, con reacciones de enfado ante la más mínima crítica. Es frecuente que este sentimiento de vergüenza venga de una historia pasada de haber sido avergonzado y forme parte de una sensación profunda de carecer de valía , de ser inferior y de no ser digno de amor.