La tristeza es una emoción que aparece ante el distanciamiento, separación o pérdida de un vínculo importante. También sentimos tristeza cuando fracasamos ante una meta o cuando algo que nos hacía sentir bien se termina.
Una relación que termina, la pérdida de un ser querido, migrar a otro país, no alcanzar una meta importante que nos habíamos propuesto… Son algunos ejemplos de situaciones frecuentes y cotidianas en la vida de cualquier persona que implican una pérdida y que viene acompañados de sentimientos de tristeza. Esta emoción nos ayuda a entender que hemos perdido algo importante, nos ayuda a sentirnos vinculados a las personas de las que nos hemos alejado y nos impulsa a retraernos en nosotros mismos para recuperarnos de la pérdida o a acercarnos a otros en busca de consuelo.
La tristeza permite aceptar la pérdida, sanar y dirigirse hacia un renovado interés por la vida.
La depresión, a diferencia de la tristeza, es una desesperanza generalizada en lugar de una aceptación genuina de la pérdida. En la persona deprimida hay una resignación por la pérdida o por no alcanzar las metas deseadas. La desesperanza y la negatividad se extienden a pensamientos sobre sí mismo, a experiencias del día a día y a las perspectivas de futuro. Es muy frecuente que en la depresión haya una fuerte crítica interna que erosiona implacablemente la autoestima de la persona retroalimentando, a su vez, los sentimientos depresivos.
En la depresión hay una fuerte crítica interna que erosiona implacablemente la autoestima.
La tristeza sana y genuina aparece libre de culpa y autocrítica. Tras un periodo de duelo necesario, nos habrá ayudado a aceptar la pérdida y sanar el vacío que ha dejado. La tristeza no saludable aparece cuando una situación del presente nos conecta con situaciones del pasado no resueltas de rechazo o de impotencia. Una sensación difusa de tristeza impregna nuestro estado emocional dificultando nuestra relación con los demás, tiñendo el futuro de desesperanza y activando una despiadada autocrítica.
Para dejar atrás este estado emocional que puede llegar a producir depresión, es necesario profundizar en esas experiencias del pasado que han dejado heridas y pérdidas sin cerrar para entenderlas y reinterpretarlas.